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Importancia del manejo del dolor en el tratamiento del CaCu

El dolor es un síntoma de múltiples enfermedades y nunca debe ser aceptado como algo normal, porque todo tipo de dolor puede ser tratado, controlado y por ende brindar alivio. Cuando el dolor se mantiene bajo control, las personas con cáncer cervicouterino (CaCu) pueden dormir y comer mejor, disfrutar la compañía de familiares y amigos, así como sus actividades diarias en el trabajo o la casa.

La presencia del dolor dentro de un proceso oncológico es variable, y depende del tipo y de la etapa en que se encuentra la enfermedad; además de la capacidad de tolerar el dolor para cada persona que es totalmente individual. Se calcula que el dolor es el síntoma principal en el 40% de los pacientes oncológicos en tratamiento y el 75% en enfermedad avanzada.[1]

Las pacientes con CaCu localmente avanzado reciben quimio-radioterapia a la región abdomino-pélvica que trae como consecuencia toxicidad en diferentes sistemas del organismo, dentro de los que podemos señalar, los trastornos gastrointestinales, principalmente: náusea, vómito, diarrea, distensión y dolor, en ocasiones el sangrado rectal también se hace presente. Estos efectos traen consigo dolor, el cual podría ser controlado durante y después de los tratamientos oncológicos, para mejorar la calidad de vida de la paciente.

Por lo anterior, es imprescindible un abordaje multidisciplinario en pacientes con cáncer en donde el trabajo y experiencia de cada profesional de salud, potencializa el manejo integral en beneficio de las pacientes oncológicas, mejorando su pronóstico a corto, mediano y largo plazo. Un ejemplo de ello es el Modelo Integral para la Atención del Cáncer Cervicouterino Localmente Avanzado y Avanzado “MICAELA”, del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), que brinda una atención protocolizada y de vanguardia que incluye un seguimiento oportuno y personalizado para cada una de las pacientes que atiende, como apoyo psicológico, clínica del dolor y nutricional.

Cabe señalar que el dolor puede tener distintos orígenes, por lo que su presencia no es necesariamente síntoma del cáncer. Algunos de los casos ocurren cuando hay una presión en los huesos, nervios u otros órganos del cuerpo. También el dolor puede ser causado por el mismo tumor, el tratamiento de la enfermedad, como una cirugía o la misma quimio-radioterapia empleada.

El tipo de dolor que se presenta en el paciente determinará el tratamiento que necesitará para disminuirlo o controlarlo.

Los tipos de dolor que se presentan en el paciente son el agudo, el cual es fuerte y duración breve, desde horas a pocos días; y el crónico, dura por largos periodos de tiempo y afecta la vida cotidiana, este no desaparece, pero sí se puede controlar con terapias innovadoras; el dolor intercurrente consiste en un aumento intenso de dolor que ocurre aun cuando el paciente recibe medicamentos para el dolor crónico. Se le llama dolor intercurrente porque es un dolor que “traspasa” el alivio obtenido con medicamentos comunes contra el dolor. [2]

Es fundamental el paciente detecte cómo es el dolor y se lo comunique de inmediato a su médico para poder contar con las diferentes alternativas de tratamiento para poder paliar este síntoma.

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[1] https://seom.org/seomcms/images/stories/recursos/infopublico/publicaciones/F_Oncovida_17_BAJA.pdf

[2] https://www.cancer.org/es/tratamiento/tratamientos-y-efectos-secundarios/efectos-secundarios-fisicos/dolor/datos-sobre-el-dolor-causado-por-el-cancer.html

 

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